La naturaleza nos muestra cada día una actitud diferente la cual integrar a nuestra mente. Cuando después de días de fuertes vientos, nos deja un espacio de calma, de observar aquello que queda después de la agitación, de la limpieza natural. Así podemos disfrutar a nuestra mente cuando permitimos que el ruido desaparezca de forma natural, después de ir y venir en recuerdos y expectativas, le damos un instante de pausa para observar la calma en la meditación. Esta actitud ante la vida no implica dejar de emocionarse o creer que la vida será “aburrida”. Recordemos que el aburrimiento es la consecuencia de esperar todo de algo externo, es decir, perder el control y el sano manejo de un control compasivo de nosotros mismos. La paz implica observar, identificar, decidir y hacer lo que quiero con plena conciencia de las consecuencias que estoy generando.
La imagen de la calma por excelencia es el fondo del mar, que permanece es una quietud que fluye suavemente mientras que la superficie interactúa de manera más activa con los factores externos. Es decir, la calma es la paz profunda que nos sustenta y permite interactuar de manera más asertiva con nuestras emociones y su manejo adecuado en las relaciones interpersonales. Es permanecer imperturbables observando el ir y venir de pensamientos, emociones y sensaciones sin dejarnos llevar por el juicio sobre ellos.
El poder de la calma es que nos permite vivir con libertad en nuestra mente, es dejar de vivir en función de la aprobación de los demás y de las propias expectativas hacia el ilusorio ‘yo ideal’. Esta calma es una consecuencia lógica de permanecer alerta sin tensión, es decir poder ser conscientes del ahora sin generar juicios. La distinción entre el juicio y el discernimiento es fundamental para vivir con mayor plenitud y podemos observarlos en función de sus consecuencias: el juicio nos lleva a sufrir mientras que el discernimiento nos lleva a la calma. Si practicamos el no-juicio, el uso de la mente discernidora a través de la disciplina meditativa con energía y ética podemos experimentar el poder de la calma profunda.