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lunes 6 de mayo de 2024

Algarabía en la colonia Roma por los Oscar a Alfonso Cuarón

La gente estalla en gritos cada vez que una imagen de la cinta «Roma» llena las grandes pantallas instaladas alrededor de la Plaza Río de […]

El Universal

La gente estalla en gritos cada vez que una imagen de la cinta «Roma» llena las grandes pantallas instaladas alrededor de la Plaza Río de Janeiro, en la colonia que da nombre a la película.

No importa si la obra de Alfonso Cuarón se lleva o no la presea en turno, los ánimos no bajan, ni siquiera cuando el frío se empieza a sentir con más fuerza o cuando por algunos minutos la lluvia amenaza con arruinar el festejo.

Es noche del Oscar y México está haciendo historia. Las calles se han convertido en la sala de una casa y alrededor de las pantallas se ve de todo: gente sentada en el piso en parejas, con grupos de amigos o con sus mascotas, otros prefieren vivir el suspenso de pie y los más previsores llegan con bancos que van instalando.

Un poco más lejos hay quienes cómodamente disfrutan cenando en el café de la esquina. Sin embargo es como si todos se hubieran puesto de acuerdo para vivir el momento junto. Dentro del Jardín -que ha sido cercado- también se disfruta de la premiación. En uno de los lugares está Gloria Monreal, dueña de la casa en la que fue filmada Roma y un par de asientos después el Secretario de Cultura de la Ciudad de México.

Aunque hay quienes no están de acuerdo con no poder entrar para ver la premiación, conforme avanza la noche la fiesta se vive con mayor energía en las calles entre figuras del Oscar que algunos levantan cada que se menciona la película y pancartas en las que se lee «Felicidades, Yalitza, ¡viva México!».

Si bien premios como el de Mejor actriz de reparto -donde competía Marina de Tavira- no fueron para México otros como Mejor Fotografía provocan una explosión. Cuando llega el Oscar a Mejor película extranjera los gritos y un claxon por poco no dejan escuchar el discurso del director mexicano pero de pronto todos guardan la compostura para escuchar al cineasta. La fiesta da pie hasta para el son jarocho.

En un café sobre la calle Orizaba un grupo aprovecha las pausas comerciales para tocar una canción a los clientes que también disfrutan de la ceremonia.

Desde la tarde el ambiente se sentía distinto. En el Monumento a la Revolución algunos grupos musicales amenizaban el Roma Fest, más allá, en la Roma había quienes disfrutaban del Tour de Roma visitando la casa en la que fue filmada la película.

«Todos somos Roma» se leía en las playeras de una familia. La dueña de la casa tampoco dejó pasar la oportunidad y aprovechó para vender gorras con el nombre de la cinta en cien pesos. Todos querían sentirse parte del festejo. Sobre Álvaro Obregón más de uno se detenía a ver las fotografías instaladas en el corredor en las que se explica cómo era ese país de los años 70 que ha hecho que todos volteen los ojos a otra Roma, la de México.

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