A yer inició el Primer Foro Mundial para la Democracia convocado por el Consejo Europeo en Estrasburgo, Francia. Los debates y las presentaciones están dirigidos a analizar durante una semana, los diferentes contextos que han ido moldeando la participación política en el mundo. La invitación a esta reflexión partió de la hipótesis de que la democracia se redefine permanentemente y son las demandas de la sociedad las que determinan su futuro.
El objetivo es identificar riesgos y encontrar respuestas viables para resolver los retos de las sociedades actuales, así que habrá un intercambio de experiencias y percepciones entre políticos y funcionarios, activistas de la sociedad civil, académicos e incluso ganadores del premio nobel de la paz. Tras las experiencias de la Primavera Árabe y las múltiples manifestaciones sociales en el mundo, es inevitable preguntarnos ¿cuáles serán los intereses y los mecanismos que impulsarán las sociedades democráticas en las próximas décadas?
Me sorprendió escuchar al Secretario General del Consejo Europeo, Thorbjorn Jagland. En sus palabras hay un eco en el que se escucha la urgente necesidad de desarrollar la democracia participativa y no conformarnos con la democracia representativa. Así que los esfuerzos de muchos académicos, activistas y legisladores para fortalecer los mecanismos de participación directa en México, empatan con esta visión. La deliberación inició con una asamblea de jóvenes de la comunidad europea, tras 15 años de que se realizó la última.
Mientras al micrófono se multiplicaban los discursos de los jóvenes sobre su desilusión por la democracia representativa concentrada en los partidos políticos, el tema del Internet y las redes sociales como herramientas de información y difusión resonaba como una panacea. Y es que en buena medida, se responsabiliza al impacto de la revolución tecnológica por la transformación de la manara en la que nos comunicamos y consecuentemente, por los cambios políticos reflejados por ejemplo, en los éxitos electorales de los partidos piratas o la agilización de las intervenciones de la sociedad civil en las calles.
¿Será posible visualizar fórmulas o algoritmos universales para impulsar mecanismos de democracia directa? ¿Cómo se conserva la democracia representativa, que es necesaria, sin reducirla a una partidocracia ensimismada? ¿Somos capaces de confrontar los paradigmas convencionales de la organización social para dotarnos de reglas nuevas que cubran las expectativas de los ciudadanos y se sientan incorporados en la toma de decisiones? ¿la experiencia de la primavera árabe tendrá un desenlace de largo plazo que refuerce la esperanza en las movilizaciones sociales? Son algunas de las preguntas que se pretenden resolver los próximos días.
Yo aprovecharé este foro para compartir las experiencias de movilización ciudadana que de manera independiente han producido cambios de regulación o incidido sobre políticas públicas en México. Uno de los hilos con los que hemos tejido esos cambios ha sido el uso de las redes sociales como difusor de información y llamados a la acción. Por supuesto que no podemos adjudicar el avance en la incorporación de métodos directos de participación ciudadana en nuestra Constitución o la elaboración de una Ley de estancias infantiles, sólo al activismo digital de los interesados. Pero sin duda, estos procesos se hubieran rezagado aún más sin la intensidad con la que se difundieron mensajes y se organizaron reacciones sociales a través de Internet.
A la entrada de las oficinas del Consejo Europeo me topé con un libro de Evgeny Morozov: La falacia de Internet, que siguiendo la ruta de Gladwell contra la idealización de poder de las redes sobre las movilizaciones sociales, insiste en que resulta ingenuo esperar que se consoliden como elementos promotores de democratización mundial. Me parece una postura absolutista, en tanto su preocupación se concentra sobre la intención de los grandes poderes por controlar la red y simular cambios que sólo les permitirán articular estrategias de censura. Coincido en que las redes abren ventanas de identificación de líderes, de organizaciones y de irrupciones públicas, que pueden ser mordaza para los fans del autoritarismo, pero no podemos descontarles el impacto evidente que han tenido para desatar movilizaciones que impulsan la redistribución equitativa del poder. La última pregunta sería ¿Cómo catalizar el uso de las redes sociales para que sobre la censura se imponga la libertad? No será fácil llegar a la respuesta.
@maiteazuela