Fundador:
Miguel R. Valladares García

domingo 3 de agosto de 2025

Ex convento agustino, legado fundacional en redescubrimiento (VIDEO y FOTOGALERÍA)

Una de las consecuencias de la secularización introducida por la Ley “Lerdo”, la desamortización de 1856, fue la venta de muchos conventos a particulares. Varios inmuebles religiosos de nuestra ciudad, como el convento de la Merced, desaparecieron por haber sido completamente destruidos, y algunos, como el ex convento de San Agustín, perduraron. En la restauración de este último edificio ha sido necesaria una tarea paciente para recuperar los rasgos originales de sus espacios.

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Una obra de rescate en el Centro Histórico de San Luis Potosí, que ha costado el esfuerzo de casi una década, con donativos, batallas con un drenaje roto de un vecino, pericia de arquitectos y destreza de restauradores, revela poco a poco los detalles originales del ex convento de San Agustín.

La recuperación de este ex convento deja a la vista muros de piedra bola de cerro, bóvedas de cantera blanca y suave, vanos de puertas y ventanas, además de una reja de mezquite original y ornamentaciones de argamasa. Desconocido por los habitantes de la ciudad por más de 150 años, hoy ha sido en gran medida recuperado y muestra orgulloso la reaparición de arcos de puertas y ventanas que fueron tapiados o demolidos; gruesos muros que resistieron afanes destructores, áreas de huertas y de atrio que las Leyes de Reforma entregaron a particulares para usos civiles.

A partir de 1856, el ex convento se convirtió en mesón, cuartel, prisión, talleres de una escuela industrial, ferretería y bodega. Las necesidades específicas de esos diferentes usos generaron reformas en el inmueble que ocultaron su origen agustino. Tras diez años de paciente trabajo, este conjunto recupera la solidez de sus muros e incorpora infraestructura moderna totalmente adaptada a él, como la instalación eléctrica y la red de voz y datos.

PERDIDO EN EL TIEMPO Y LA DISTANCIA

Heredero del inmueble, el doctor en Ciencias Sociales Modesto Suárez Altamirano, es el representante del Patronato Pro Restauración y Conservación Fray Diego de Basalenque, A.C., asociación que se encarga del restauro de este edificio histórico.

Los trabajos se han financiado con los donativos de las fundaciones “Alfredo Harp Helú”, A.C., “Pedro y Elena Hernández”, A.C., y “Roberto Hernández Ramírez”, A.C., generosas instituciones que creyeron en el proyecto de rescate del Ex Convento de San Agustín de San Luis Potosí y dieron el primer impulso al proyecto; además, por recursos federales otorgados a través del Presupuesto de Egresos de la Federación, la Secretaría de Cultura federal y el Programa de Apoyo a la Infraestructura Cultural de los Estados (PAICE), en su edición 2016, el Ayuntamiento de San Luis Potosí (Enero 2007-Septiembre 2009), la recaudación de fondos a través de algunos eventos culturales y las numerosas aportaciones en especie de personas sumamente generosas.

El primer paso para revivir el ex establecimiento religioso, fueron los trámites ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia, institución que ha supervisado todas las etapas de rescate y recuperación del espacio original.

Suárez Altamirano y su esposa, la doctora en Historia Guadalupe Jiménez Codinach, son los principales responsables de restaurar el ex convento agustino, con la meta de hacerlo lo más cercanamente posible a su estado original, es decir, antes de la enajenación de los bienes del clero en el siglo XIX. Hoy oculto entre fincas levantadas a su alrededor, el ex convento contaba originalmente con espacios abiertos a los lados, esto es, hacia el oriente y hacia el poniente.

Al poniente, la casa donde opera Correos y Telégrafos no existía. Su construcción data de 1876 y se encuentra edificada sobre una parte del antiguo atrio del Templo de San Agustín; atrio que, por sus dimensiones, era el más grande de la ciudad.

Antes de ser iniciada su restauración, la estructura del ex convento se hallaba en excelentes condiciones, a pesar del maltrato sufrido. “Nosotros pensábamos -afirma el doctor Suárez Altamirano- que lo habían alterado y que habían demolido partes; pero no. Y voy a decir por qué: porque encontramos una fotografía. Mi esposa que es historiadora, encontró una fotografía tomada a finales de los años sesenta del siglo XIX, y en ella se muestra el edificio tal y como se encuentra hoy en día, o sea completo, si bien se ve sin los edificios de los lados”. Esa imagen fue tomada desde la entonces única torre de la Catedral. Se ve una ventana antigua que tenía el edificio.

En la fachada, hicieron un arco que no existía en su origen; data de la época en la que el ex convento tenía un uso industrial y había que meter y sacar cosas de grandes dimensiones y para eso demolieron parte del muro de la fachada.

En la bóveda del ex convento, el personal responsable de la restauración reconstruyó las cuatro linternillas o “pozos de luz” que iluminaban y ventilaban el interior, y que aparecen en la fotografía ya mencionada. Las cuatro torrecitas, reproducción fiel de las originales, ya son visibles desde el Teatro de la Paz. Una de las cuatro linternillas ilumina el área donde estaba ubicado el Presbiterio.

“Había la idea de secularizar estos edificios que fueron originalmente religiosos y le quitaban sus señas de identidad religiosas, y una de ellas eran las linternillas”, expone Modesto Suárez.

PUERTAS TAPIADAS

En orden de construcción, los restauradores especulan que la sala con bóveda de medio cañón fue posiblemente el primer espacio edificado. Estos inmuebles eran construidos por partes. Esa sala se asemeja a un silo para guardar granos, pero obviamente no tuvo esa función -nos dice el doctor Suárez-.

En las calas hechas en los muros de esta sala, fue encontrado el vano de la puerta que comunicaba este espacio con el atrio tapiado con pedacería de materiales desechados, y que hoy separa al ex convento del edificio contiguo; también encontraron dos vanos de ventanas igualmente tapiados. Estos vanos de ventanas y puertas quedaron ahogadas durante muchísimos años.

El ancho del muro, en algunas partes, tiene más de un metro, a veces uno con diez centímetros, o uno veinte, y es de piedra sólida. La moderna instalación eléctrica, con registros y tubería, va oculta bajo tierra, como lo está el pozo donde irá sumergido el transformador.

Hacia la calle de Universidad, el inmueble tiene en la fachada una cortina metálica comercial, colocada en los años cuarenta del siglo XX. Ese elemento tan ordinario cubre el exterior de la ex capilla. Adentro, un arco conopial (de “conopio” o “cortina”), enmarca el espacio del antiguo presbiterio como una cortina recogida hacia los lados.

“Afortunadamente, quienes alteraron el edificio se cansaban en un instante dado de su labor de destrucción, y dejaban intacta una parte original, y eso nos ha ayudado mucho en la restauración”, explica el doctor Suárez Altamirano.

La cantera de los arcos del Refectorio original fue restaurada cuidadosamente. Los constructores del ex convento la cubrieron con aplanado de color rojo óxido, para darle un color uniforme y ocultar la diversidad de tonos de las piezas. Azucenas labradas cubren las piedras claves de esos arcos. Por ser la ex capilla un lugar de veneración de una advocación mariana, la decoración fue muy femenina. Hay también dieciseis antorchas de argamasa en los arcos interiores, todas ellas diferentes entre sí, porque las hacían artesanos diferentes.

Dos grandes ventanas fueron destruidas y ahora, ya rescatadas a partir de vestigios que dejaron quienes las alteraron, lucen restos de los rayos y de un roleo de la concha original que tenían sus respectivos capialzados. Estos vestigios permitiran rehacer las conchas tal y como fueron originalmente. Debajo de cada ventana hay un nicho que guardaba huesos de algún entierro importante. Uno de estos nichos fue completamente destruido, pero se pudo rehacer por las marcas del mismo conservadas en el piso.

A poca distancia del muro oriental de la ex capilla, los restauradores enfrentan la humedad que invade el subsuelo desde una casa contigua, posiblemente por un drenaje roto. El problema empeora cuando llueve y poco se puede hacer, porque su solución depende de la voluntad del propietario de esa casa.

En el salón en donde estuvo la sacristía de la capilla, también afectado por esta humedad, fue construido un murete provisional de tabique de concreto, para evitar que las aguas negras filtradas afecten el nuevo relleno de tepetate. Es una especie de defensa, en espera de que los vecinos de la casa contigua algún día arreglen su fuga.

PÉRDIDAS DE LA HISTORIA

No hay registro de la identidad del arquitecto de este ex convento; posiblemente fue un religioso agustino. Nadie ha encontrado información documental de este edificio de principios del siglo XVII, que relacione al inmueble con un arquitecto en específico.

La restauración incluye la investigación y el estudio del edificio a través de vestigios encontrados en el mismo, de fotografías y de calas en bóvedas y muros, que han permitido hallar vanos de puertas y ventanas originales. La fachada norte, que da a la actual calle de Universidad, fue muy alterada. El vano de puerta que tenía fue destruido y de la ventana de coro queda solamente una tercera parte. Por debajo de ella fue agregada una ventana, probablemente para iluminar un entrepiso.

La etapa final de la restauración contempla la reconstrucción de la fachada actual. Para ello, es necesario suprimir la cortina de metal, para rehacer su vano de puerta y reconstruir el vano de la ventana de coro original.

La notable reja de metal que adorna una ventana en forma de arco, y que fue construida en el siglo XX, será colocada en una construcción nueva. Esta reja será preservada por su belleza y por tener más de cincuenta años como parte del ex convento. Una persona que don Modesto conoció hace varios años, le dijo que esa pieza de herrería era lo único valioso del edificio. Obviamente nunca había entrado.

Entrevistados, los restauradores del ex convento agustino afirman que cada nuevo propietario del inmueble lo adaptaba a sus necesidades. Por ejemplo, en el lugar donde estuvo el presbiterio de la ex capilla, fueron abiertos dos enormes arcos para permitir el paso directo de personas y vehículos hacia el patio.

Existe una fotografía del último camión que entró al patio por ahí. En el presbiterio, encontraron también una noria cerca de donde estaba localizado el altar (quienes la excavaron necesitaban mucho el agua para sus procesos de fundición), algo contrario a la vocación religiosa original del edificio. “La nobleza que tiene este edificio es que aguantó todo ese castigo; un edificio hecho con tabique se hubiera venido abajo”, asegura el Doctor Suárez Altamirano.

EL CANTERO DE SAN AGUSTÍN

Quienes restauran el Ex Convento de San Agustín, suponen que había una puerta de acceso para los feligreses que acudían a la ex capilla en la fachada norte del ex convento. En el lado suroeste de la nave, pudo haber estado un púlpito. Las bóvedas están hechas con cantera blanca “que fue utilizada también para hacer las dovelas y marcos de vanos de puertas y ventanas”. Seguramente las ventanas tuvieron rejas de madera con balaustres hechas de mezquite, similar a la reja que se encuentra en el lado poniente de la torre mayor del Templo de San Agustín, que se ubica en el lado de la calle Hermenegildo Galeana.

El antiguo refectorio tiene cinco bóvedas. A tres de ellas les abrieron tragaluces al quedar encerrado el edificio por las construcciones levantadas a ambos lados del mismo. Además, en el siglo XX abrieron en la sala que tiene bóveda de medio cañón una puerta y una ventana para iluminar este espacio.

Ya se cuenta con la autorización del INAH para centrar la ventana, porque está mal hecha. “Esta ventana no quedará nivelada con la ventana del coro. Va a quedar una más abajo que la otra”, afirma Suárez Altamirano. “Para nivelarla con aquella tendríamos que quitar mucha piedra y volverla a poner y eso no sería correcto”.

Un cantero calificado como excepcional por los coordinadores del proyecto, restauró los arcos de cantera. “Yo digo que al cantero lo trajo San Agustín, porque habíamos batallado mucho para encontrar a alguien que pudiera restaurar la cantera de los arcos. Yo preguntaba a los primeros arquitectos que nos asesoraron, bueno… ‘¿Cómo restauramos esto?’… ‘¿a quién traemos?’ Y pues no… no me respondían categóricamente. Un muchacho que había trabajado aquí como parte de un equipo que trajo un cantero que contratamos para que nos hiciera otros trabajos, regresó solo a ofrecer sus servicios, y yo le dije al maestro de obra, ‘vamos a probarlo’ y resultó ser estupendo, por eso digo que lo mandó San Agustín. Un mal cantero te puede hacer puras porquerías y te echa a perder las cosas, y eso no podíamos permitirlo con esos arcos que son tan antiguos. Sin duda, San Agustín cuidó de sus arcos”.

NO PUDIERON TIRARLO

Además de ser restaurado, el edificio será puesto al día con la tecnología actual. Tendrá una instalación eléctrica subterránea moderna y transformador propio. Poseerá asimismo luminarias que destaquen elementos arquitectónicos de gran belleza.

El antiguo presbiterio tiene un arco con tres lóbulos. Las flores con las cuales fueron adornados originalmente, fueron destruidas en algún momento de la historia del ex convento. Sin embargo, pudieron ser reconstruidas. A este espacio de la ex capilla le fue añadido un entrepiso. Con los años, han hallado algunos vestigios del mismo, tales como huecos en el muro donde estuvieron las vigas. Aún hallaron restos de esas vigas. Para los restauradores del ex convento agustino, instalar entrepisos hoy en día es impensable. “Fueron rescatados los cuatro hermosos florones del siglo XVII, que se encuentran en las esquinas de la base de la bóveda del presbiterio”.

Ubicado en el actual número 540 de la calle Universidad, el pasado conventual del edificio ha sido descubierto poco a poco, mediante un largo proceso de investigación y de estudio del inmueble, a través de lecturas de libros y documentos, calas en los muros y excavaciones en el interior de un viejo inmueble con fachada radicalmente modificada. La restauración inició en 2009 y a la fecha no ha concluido.

El proceso de restauro es de largo tiempo. Ha requerido de calas, retiro de aplanados, comparación de áreas intactas con áreas destruidas, recuperación de elementos completos como puertas, ventanas y nichos originales. Los arquitectos, restauradores y canteros sacan polvo para dejar que el edificio les “hable” y les “diga” cómo fue. El cantero trabaja en el tallado de la cantera, para poder restaurar cornisas, capiteles y bases de los arcos y dar así nueva vida al ex convento.

El trabajo de restauro está en proceso, bajo la asesoría del arquitecto Juan Urquiaga Blanco, restaurador del ex convento de Santo Domingo en Oaxaca, trabajo por el cual recibió el Premio “Reina Sofía” (España).

“Todo se ha venido haciendo con cuidado para no poner cosas extrañas ni elementos ajenos que no son originales del ex convento de San Agustín”, nos dice el doctor Suárez Altamirano.

RECUPERANDO EL PERFIL

Un acierto, fue sacar los sanitarios del edificio principal. Los restauradores preparan un espacio nuevo en el lado sur del patio, que incluirá una “fachada” con arcos que recuerde el antiguo portal de peregrinos hoy destruido. Ya están listas las columnas y los capiteles que van a soportar los arcos, y las bases de las columnas. “Me decían que hiciéramos los baños en esta parte de la sacristía, pero yo me negué”, señala el doctor Suárez Altamirano.

En el corredor del osario, fue construida una bóveda catalana en la última parte del siglo XIX. Construyeron también un sanitario -ya retirado- y tapiaron la entrada del corredor. El arquitecto Urquiaga les dijo que en donde estaban los arcos que daban al patio hubo un corredor con su puerta, y así fue.

Mediante calas, fue encontrado el capialzado original que adornaba la puerta de entrada y el derrame derecho del muro (así se le llama al muro inclinado que marca el vano de una puerta o de una ventana). Romper el capialzado fue necesario para hacer el vano más grande, con el fin seguramente de pasar a través de él objetos de gran volumen. Los cinco nichos originales del osario ya fueron restaurados.

SEPULTURA HISTÓRICA

El osario se encuentra en el costado oriente del edificio. Es el sitio donde fueron sepultados algunos compañeros de armas del Capitán Miguel Caldera, porque ellos así lo pidieron. Es, también, el sitio donde fueron enterrados varios de los primeros pobladores de San Luis Potosí, y todo ello es conocido por los testamentos recuperados de la época.

Personal de la escuela industrial que operó en este edificio, excavó para construir ductos de agua para alimentar las máquinas de vapor. Al excavar, es probable que hayan tirado a la basura los huesos ahí enterrados. El edificio aún conserva parte del piso original de barro que cubría el patio, tabique rectangular que actualmente está sucio por el polvo, producto de las labores de restauración.

Cada usuario del edificio contribuyó con sus alteraciones. Una pequeña parte de la pintura original de rojo óxido y negro que tenía el guardapolvo original de los muros, fue rescatada.

EL REFECTORIO DEL CONVENTO

En la nave del refectorio se encuentan dos “ojos de buey”, ventanas en forma de octágono que dan al antiguo atrio. Cada “ojo de buey” está circundado por unos listones de colores rojo óxido y negro y una flor en cada esquina del octágono que faltan de restaurar. En la esquina de alguna bóveda, se ve una pechina en forma de triángulo. Por lo general, las pechinas de las iglesias tienen caras de santos, pero aquí tienen un dibujo que representa un cordel.

El ex refectorio también sufrió alteraciones: destruyeron un vano de puerta para poner en su lugar un arco enorme para pasar a través de él objetos muy grandes.

Al oriente del refectorio, con dirección al patio, alguien abrió un arco muy grande. No se sabía cómo era la puerta original que daba al patio, porque destruyeron el muro, pero quienes restauran el ex convento tuvieron suerte, porque fueron halladas las bases de cantera.

“Lo que decía de la flojera de quienes destruyen -nos recuerda el doctor Suárez-. Se ve que les dijeron ‘ya no rompan más… ahí párenle’. Esas bases son iguales a las del arco original que se conserva en el ex refectorio, y lo que hicimos fue darle a ese arco la proporción que le correspondía al vano destruido, ya reconstruido, ese arco sirvió de modelo para el vano destruido por la apertura del arco de gran dimensión que fue abierto en el refectorio en el siglo XIX. Esa solución la trajimos para acá y quedó muy bien”.

Aún existe el nicho en donde eran guardadas las vasijas con el agua que se servía a los comensales en el refectorio. Las ventanas de esa sala también fueron restauradas. Se les dio el acabado con cantera blanca, que las realza más. Los arcos de cantera fueron restaurados -como ya se dijo- por el cantero “enviado por San Agustín” (sic).

Fue restaurado un capitel que fue encontrado fracturado. No hubo necesidad de reponerlo por uno nuevo. En las bóvedas pueden percibirse dos tonos de cantera blanca: el antiguo y el nuevo.

El patio también cumplirá una función cultural, porque será un auditorio para conferencias y conciertos. Al fondo del mismo, habrá una construcción nueva que tendrá la arquería que será realizada con las columnas que ya están guardadas en la sacristía.

En el patio hay una cantera que dice “1882”, seguramente el año de las obras de los arcos hechos en el corredor del osario y en el refectorio.

LUGAR DE ARTE Y CIENCIA

A nueve años de distancia, restaurando, el plan es el mismo. La misión pretendida, es que el Ex Convento de San Agustín inicie una nueva época, ahora dedicada a la ciencia y al arte. Avanza con la idea de instalar ahí un centro de investigación de alto nivel y un centro de difusión cultural. Habrá investigadores profesionales e investigación en diversos campos del conocimiento, sin especializaciones concretas. Ese centro de investigación se enfoca a los problemas que va a tener la ciduad de San Luis Potosí, el Estado del mismo nombre y México.

El ex convento será también un centro cultural. Desde el año 2010 se desarrollan en él actividades culturales. La Camerata de San Luis, con su Director Musical el maestro Julio de Santiago, celebra desde entonces conciertos en este lugar. El 17 de enero de 2015, vino el destacado chelista mexicano Carlos Prieto a presentar dos de sus libros y a deleitar al público potosino con un bello concierto.

La forma tan cuidadosa como se ha llevado a cabo la restauración del Ex Convento de San Agustín, augura que el centro de investigación y el centro cultural que albergará este edificio serán asimismo de una gran calidad.

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